Javier XIR

Principios básicos del entrenador de hockey base

El entrenador de base es sin duda parte fundamental en nuestro deporte. Personas que de forma casi desinteresada y por pura pasión a nuestro deporte, dedican sus horas a formar a los futuros jugadores de las mejores ligas del mundo, o simplemente a buenos deportistas.

Pero, ¿cuales son las claves que debe tener en cuenta un buen entrenador? Eduardo Castro, en este decálogo nos presenta diez claves básicas que el buen entrenador nunca debe olvidar.

Actitud del entrenador

Preferentemente con patines, especialmente en iniciación, para ser uno más y poder demostrar las técnicas correctas de patinaje. Debe tenerse siempre presente el principio de que los niños aprenden por imitación. Se hace especial hincapié en que el entrenador apasionado y activo, que estimula constantemente, es básico para despertar el interés por la actividad. No resulta casual que este sea el primer punto del decálogo. He llegado al convencimiento de que la forma contribuye sobremanera al fondo, es decir, que se puede optimizar un entreno aunque el repertorio de ejercicios de que se dispone no sea espectacular. Si el entrenador es capaz de transmitir pasión por lo que enseña se produce un efecto positivo sobre el rendimiento. Planificar una sesión concienzudamente pero dirigida sin correcciones constantes contagia de displicencia a los jugadores, haciendo que el objetivo primordial se diluya.

Entrenamientos amenos

Premeditados, reflexionados, adecuados para los objetivos que se quieren trabajar y sobretodo, sorprendiendo a los jugadores, huyendo de rutinas que hagan poco atractiva la simple asistencia al entreno. En este punto aparece implícita la reflexión previa al entreno. Saber qué se va a trabajar y cómo. Si el jugador sabe los ejercicios que va a realizar, porque el técnico “tira de repertorio”, estaremos perdiendo credibilidad ante él. Necesita estímulos de muchos tipos para dar lo mejor de sí mismo. Es nuestra obligación indagar nuevos modos de hacer llegar el mismo mensaje. No debe olvidarse que estamos “jugando” y este concepto lúdico es el que engancha a los jugadores a practicar nuestro deporte. Incentivemos la creatividad también en los entrenamientos de modo que disfruten, alejándolos de la rutina, antesala del aburrimiento.

Principio de lo fácil a lo complejo

Elaborar una metodología del entreno que permita enseñar los fundamentos adecuadamente. Por ejemplo, en el caso del aprendizaje de iniciación al patinaje debe desarrollarse un esquema por niveles (deslizamiento, frenadas, marcha atrás, cruce de piernas). Una metodología adecuada lleva implícita la idea de que no se puede iniciar el aprendizaje sin haber trabajado correctamente los fundamentos. En nuestro deporte es básico que el jugador conozca y domine los rudimentos del patinaje, convirtiendo el desplazamiento sobre patines en una forma natural de locomoción. Posteriormente podrá iniciarse en la conducción de bola, el pase, la recepción, el regate, el tiro, la táctica individual y, finalmente, conseguidos unos mínimos, la táctica colectiva. En la metodología del entrenamiento de porteros rige el mismo principio, huyendo de la especialización precoz y quemando etapas convenientemente.

Reproducir situaciones que se dan en los partidos

Debemos conseguir que los ejercicios se asemejen a situaciones reales en la competición. De este modo haremos que el jugador no pierda de vista el horizonte para el que trabaja; mejorar en la competición. No obstante es necesario no santificar los resultados de modo que sean nuestro único acicate. La reflexión postpartido lleva al entrenador a preparar una sesión que permita corregir los errores detectados para que no se produzcan otra vez. Pero el objetivo no es vencer un día determinado a una hora precisa, sino conseguir que cada jugador progrese en su formación y sea capaz de trabajar por conceptos. La razón de reproducir situaciones que se dan en los partidos no es otra que ayudar al jugador a tener iniciativa, fomentar la toma de decisiones por sí mismo y no respondiendo a las indicaciones del vociferante entrenador desde la valla. En definitiva se trata de ayudar a pensar, a entender el juego, a dotar de recursos tácticos individuales que contribuyan a la mejora individual. La mejora colectiva aparece así como una suma de las individuales y no como una planificación grupal restrictiva, que constriña la libertad individual, anulándola. Hemos de huir de la robotización. Los niños no son botellas que llenar, sino llamas que encender.

Prescindir de estímulos competitivos

Abogo por desterrar tácticas colectivas en la fase de iniciación. Se hace hincapié en la necesidad de entrenar lúdicamente, jugando mucho en el inicio y compitiendo en las categorías superiores del aprendizaje. Parece lógico dar prioridad al patinaje (defensa individual) por encima de rígidos sistemas zonales defensivos, que tienen como único objetivo la obtención de resultados positivos a corto plazo. Trabajo con la máxima de que enseñar sistemas zonales, una vez que se domina el patinaje, no es tan complicado como a la inversa. Esta es una paradoja que puede llevar a engaños. Es más fácil obtener buenos resultados utilizando sistemas que van en contra de la formación integral del jugador. Debemos velar por una formación a medio y largo plazo, intentando que en las últimas etapas de formación (juvenil-junior) el jugador esté lo más preparado posible para afrontar con garantías la competición.

Especificidad del portero

En dos aspectos; el entreno ha de ser adecuado a sus características, sin marginarlo y haciéndole participar activamente en todos los ejercicios del resto del equipo. Es un lugar común que el técnico se dedique más a los jugadores de pista que al portero. Integrar al guardameta en los ejercicios de pase, tiro, remate y defensa solo precisa de una cierta planificación. En nuestro deporte el portero adquiere una importancia superlativa, por lo que parece lógico que las sesiones de entreno vayan dirigidas especialmente a tenerlo muy activo y participativo, intentando que la mayoría de ejercicios tengan como finalidad acabar en portería. También se debe resaltar que al ser un puesto muy específico requiere que haya un entrenador de porteros en el club que le ayude a dominar las diferentes técnicas ya sean de desplazamiento o de ejecución de parada. Por otro lado, especificidad psicológica. Se menciona la relación especial que se establece entre entrenador y portero. Su puesto supone una responsabilidad tan influyente en el rendimiento del equipo que parece apropiado establecer con él una relación de confianza y exigencia especial, ayudándole a que dé lo mejor de sí mismo en cada bola de cada entreno.

Creación de hábitos apropiados a la práctica del deporte

Hábitos que pueden ser de diferentes tipos. Estimular reglas de funcionamiento de grupo que ayuden a la formación integral del deportista. Estos hábitos pueden ser higiénicos y deportivos. En cualquiera de estos casos somos responsables de que el deportista asuma que está encuadrado en un colectivo que espera de él una actitud respetuosa para preservar la convivencia. Existen otra serie de hábitos que se circunscriben más en el apartado deportivo, de modo que también se entrena la concentración y la intensidad. Existen ejercicios determinados que ayudan a trabajar ambos hábitos. Llegamos a la conclusión de que el entrenador es responsable también del comportamiento del grupo al que dirige.

Disciplinarios

En este punto se realza la importancia del trato humano; respetuoso hacia el jugador pero al mismo tiempo exigente, sin que el jugador pueda
confundir confianza y respeto con debilidad. Expongo en este punto la máxima que me inspira en mi trato con los jugadores. Creo que da más fuerza saberse apreciado que saberse fuerte. Hacer partícipe a los jugadores de los objetivos individuales y colectivos, asumir que la vía del diálogo es la única posible entre personas civilizadas, huir de formalidades jerárquicas que te hagan conseguir obediencia antes por la vía del respeto que de la imposición, me parecen mecanismos fundamentales para optimizar la exigencia; no se trata de mandar sino de liderar, sobre todo en las últimas etapas de formación.

Reflexivos

Se alienta a los presentes a que piensen, apliquen el sentido común, discutan, se informen pero, sobre todo, recapaciten sobre los errores que comete su grupo e intente hallar soluciones personales que le permitan crecer como técnico. La vía reflexiva nos hace mejores, permite atesorar experiencia. Ser expertos entrenadores es haber vivido multitud de situaciones sí, pero es necesario haberlas interiorizado, de modo que el bagaje de recursos crezca.

Informativos

Debe hablarse a los jugadores de los objetivos que se persiguen con los ejercicios y a los padres de que la educación integral supone una mejora diaria y paulatina sin vernos acuciados por los resultados. No debemos cansarnos de repetir los mensajes, sin dogmas, que creemos fundamentales para entrenar bien, abiertos a la crítica pero firmes en la divulgación de un discurso que sólo busca ser cada día mejor entrenador.

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